Querida Yo de 100 años,
¡Felicidades, lo lograste! Llegaste al siglo de vida, y seguro sigues siendo la jefa, con el pelo plateado pero la actitud intacta. No sé si todavía bailas reguetón o si ahora prefieres algo más tranquilo, pero espero que cada movimiento te recuerde la alegría que siempre llevaste dentro.
Quiero preguntarte tantas cosas… ¿Sigues amando la primavera y sus colores? ¿Aún te emocionas con los atardeceres dorados y las terrazas al aire libre? ¿Tu risa sigue siendo ese sonido que contagia vida? Ojalá que sí. Ojalá que aún te mires en el espejo y veas a esa mujer fuerte, resiliente y hermosa que nunca se rindió.
Ahora que tienes un siglo de historias, dime, ¿valió la pena cada lágrima, cada sacrificio, cada noche sin dormir? Estoy segura de que sí, porque todo lo hiciste por amor, por tus hijos, por tu familia, por esa vida que construiste con tanto esfuerzo y corazón.
Espero que mi versión joven haya sido lo suficientemente valiente como para cumplir nuestros sueños. Que haya viajado, reído hasta doler, abrazado sin miedo y amado sin reservas. Y si hay cosas que quedaron pendientes, no te preocupes… seguro encontraste la manera de disfrutarlas a tu propio ritmo.
Te imagino con tu taza de té o café (¿sigues siendo team café?) en la mano, rodeada de amor, de paz, de todo lo que alguna vez soñaste. Y si la vida te ha puesto desafíos, recuerda que siempre fuiste una guerrera. No olvides nunca lo fuerte que fuiste y lo lejos que llegaste.
Desde este lado del tiempo, te mando un abrazo enorme, lleno de gratitud por la mujer increíble que eres. No sé qué nos depara el futuro, pero si llegaste hasta aquí, significa que cada paso valió la pena.
Con amor y admiración,
Tu yo del pasado 💖