Mama Zombi Pero Chic

La vida son dos instantes: carta abierta para quienes han olvidado vivir

Hay días en los que el alma te susurra cosas bajito.
Y si tienes la suerte (o la sensibilidad) de escucharla, entonces algo cambia.
Hoy me pasó eso.
Y me nació escribir esta carta.
No como experta en nada, ni como gurú de lo emocional.
Sino como humana. Como madre. Como alguien que también ha olvidado vivir.

A veces nos perdemos entre rutinas, horarios, trabajo, deberes, cansancio acumulado, listas infinitas…
Y en esa prisa, sin darnos cuenta, dejamos pasar lo más valioso: el ahora.


Carta abierta: La vida son dos instantes

A ti, que estás leyendo esto en medio del ruido del día,
con el móvil en una mano y mil pendientes en la otra,
déjame robarte un instante. Solo uno.

Porque justo de eso va la vida:
de instantes.

No de metas. No de agendas. No de checklists.
La vida no nos espera cuando creemos que “ya todo esté más tranquilo”.
La vida es lo que pasa mientras tú piensas que tienes tiempo.

Y no, no es un cliché.
Es una realidad brutal y hermosa al mismo tiempo.
Hoy estás. Mañana, quién sabe.
Y no lo digo para asustarte, lo digo para despertarte.

Despierta.
Abraza más. Abandona el orgullo.
Di “te quiero” sin que te lo pidan.
Suelta el teléfono cuando estés con quien amas.
Haz eso que te hace vibrar aunque no tenga lógica ni likes.

Llora si lo necesitas.
Ríe aunque te tachen de loca.
Baila sin motivo.
Y si hay motivo, baila el doble.

Porque la vida son dos instantes.
Uno que ya pasó.
Y este. Este, justo ahora.

Ojalá puedas vivirlo con los ojos bien abiertos
y el alma descalza.

Con amor,
Alguien que también olvidó vivir…
hasta que la vida le recordó que no hay repeticiones.


Por qué necesitamos detenernos y sentir más

En un mundo que nos exige velocidad, la pausa se vuelve un acto de valentía.
Detenernos, sentir, mirar adentro… ahí empieza la vida real.
No en la productividad, ni en los logros, ni en lo que «tocaba hacer».

Empezamos a vivir de verdad cuando somos conscientes de que esto no se repite.
Y ahí, justo ahí, algo se transforma.


¿Te has sentido así alguna vez?

Te leo en los comentarios.
Y si esta carta te tocó un rincón del alma, compártela con alguien que lo necesite.
Porque nunca sabemos a quién podemos salvar con una sola frase…
con un solo instante.

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