Hay películas que se vuelven parte de nosotros, que nos tocan el alma y nos hacen reflexionar sobre la vida. Eduardo Manos Tijeras es esa película para mí. No importa cuántas veces la vea, siempre logra conmoverme y recordarme aspectos profundos de mi propia existencia.
¿Por qué me llega tanto esta historia? Quizá porque, en Eduardo, veo reflejadas mis propias diferencias, esos momentos en los que me he sentido fuera de lugar o incomprendida. ¿Alguna vez has sentido que el mundo no está hecho para ti? Que, a pesar de tener un buen corazón y buenas intenciones, simplemente no encajas en los moldes que otros esperan. Eduardo me recuerda que ser diferente no es un defecto, sino una cualidad que nos hace únicos, aunque a veces duela.
Cada vez que vuelvo a ver la película, descubro algo nuevo. A veces, me identifico con Eduardo, con su deseo de pertenecer, de ser aceptado. Otras veces, me siento como Kim, mirando atrás con nostalgia, recordando personas o momentos que han marcado mi vida, aunque ya no estén. La escena final, con Eduardo tallando esculturas de hielo en la soledad de su castillo, me hace preguntarme: ¿cuántas veces nos vemos obligados a seguir adelante sin aquellos que amamos, pero llevándolos siempre en el corazón?
También me hace pensar en la manera en que la sociedad nos juzga. Al principio, Eduardo es celebrado por su talento, pero cuando deja de ser útil o encaja en los prejuicios ajenos, es rechazado. ¿Cuántas veces hemos visto esto en la vida real? ¿Cuántas veces el mundo valora a las personas solo por lo que pueden ofrecer, sin detenerse a ver quiénes son realmente? Es un recordatorio de que debemos rodearnos de quienes nos aceptan por lo que somos, no solo por lo que damos.
Y luego está la música de Danny Elfman, una banda sonora que no solo acompaña la historia, sino que la eleva. Es imposible escuchar esas notas sin sentir un nudo en la garganta. La música es un personaje más, uno que nos susurra que la belleza y la tristeza pueden coexistir en perfecta armonía.
Quizá la razón por la que he visto Eduardo Manos Tijeras tantas veces es porque me recuerda que la vida no siempre nos da finales felices, pero sí momentos inolvidables. Que ser diferente puede doler, pero también es lo que nos hace especiales. Que el amor, aunque a veces imposible, deja huellas imborrables en nuestra alma. Y, sobre todo, que no importa lo que el mundo diga, siempre podemos seguir creando belleza a nuestra manera.
¿Y tú? ¿Tienes una película que siempre vuelve a ti, que te acompaña en diferentes etapas de la vida y te hace cuestionarte quién eres y qué valoras? Porque, al final del día, las historias que más nos marcan son las que, de alguna forma, nos ayudan a entendernos mejor.